¡Bienvenido a la Familia de Dios!
ESTE ES EL TERCER LLAMADO QUE DIOS NOS HACE PARA
FORMARNOS COMO SUS HIJOS.
Para pertenecer a la
familia de Dios, hay que acercarnos a buscar el perdón de Dios, este perdón lo recibimos bautizándonos en el
nombre de Jesucristo que es al que Dios dejo autorizado para perdonar los
pecados del hombre.
De esta manera seremos
perdonados y el poder y la autoridad de
Dios vendrá a nosotros y nos ayudará a someternos al proceso de formación como hijos de Dios.
En este proceso
conoceremos nuestros deberes, compromisos, y
responsabilidades como
hijos de Dios, para poder asumir el nuevo
comportamiento que
debemos tener ahora que somos hijos de Dios;
CÓMO VIVIR LA VIDA CRISTIANA
En Gálatas 2:20, el apóstol Pablo nos ha dicho cómo vivir la vida
cristiana.
He aquí lo que él dijo:
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual
me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas
2:20).
Este es un versículo clave en la vida
cristiana. Debes memorizarlo y saber lo que significa.
Analicemos el versículo.
"Con Cristo estoy
juntamente crucificado"
La realidad de que fuimos crucificados
con Cristo es la base para la victoria sobre todo enemigo en la vida cristiana.
Por nuestra muerte, sepultura, y resurrección con Cristo, hemos sido librados
del poder del pecado, el Yo, la carne, el mundo y Satanás.
Esta es nuestra posición en Cristo, y
debemos contar con ella.
Recuerda:
MÍ"
Dios tuvo un gran propósito al
crucificarnos con Cristo. ¿Cuál fue? Dios nos crucificó juntamente con Cristo
para que nuestra vida vieja de egoísmo pudiera ser terminada para que Cristo viviera Su vida en nosotros.
La Biblia dice que Cristo es "el poder de Dios", Él vive en nosotros, y ha sido hecho en nosotros todo lo que
necesitamos.
La Biblia dice:
Mas por él estáis vosotros en Cristo
Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención (1ª Corintios 1:30).
¿CÓMO PUEDO YO SER JUSTO?
La respuesta es: "Cristo en mí"; Él es mi santidad.
¿Cómo puedo vencer las
tentaciones?
La respuesta es: "Cristo en mí"; Él es el Victorioso.
¿Cómo puedo cumplir con la justicia de la Ley?
La respuesta es: "Cristo en mí";
Él es quien siempre hace la voluntad de Dios.
Tenemos a Cristo en
nosotros cuando conocemos su vida y sus enseñanzas en nuestra mente y corazón
para vivir de la manera que él vivió y nos enseñó.
Hemos estado hablando acerca de la vida
cristiana, pero, ¿qué es ésta?
¿Será que yo me comporte lo mejor que
pueda? No, no es eso.
¿Será que procure por mis propias
fuerzas cumplir con la ley?
No, no es eso.
¿Será que Cristo me está ayudando a vivir la
vida cristiana?
No, tampoco es eso.
La vida cristiana es Cristo viviendo Su
vida en mí.
El apóstol Pablo dijo:. . . Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Filipenses 1:21). Siendo así, pues, ¿cómo vivimos la vida cristiana? La
vivimos por la fe.
Esto quiere decir que la
vivimos confiando en Cristo para que
viva Su vida en nosotros. Cristo vive en
nosotros, y mientras contamos con que Él vive Su vida en nosotros, Él es fiel y
lo hará.
EMPIEZA HOY A RECONOCERLE, es decir, a darte cuenta de que Cristo
realmente vive en ti. Cuando despiertes en la mañana, di a ti mismo:
"¡Cristo vive en mí!"
Recuerda esto con
frecuencia durante el día. Regocíjate en todo lo que Cristo es y en todo lo que
Él significa para ti.
Habla con Él a menudo.
Dile que le amas y que quieres agradarle en todo lo que haces.
Cuenta con Su vida en ti.
Di Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses
4:13).
También quiere que
conozcamos los beneficios que recibiremos por ser hijos suyos.
"¿Qué significa ser parte de la
familia de Dios?"
Ser parte de la familia de Dios es un llamado a vivir en santidad.
Ser parte de la familia de Dios es un llamado a vivir en santidad.
Generalmente
cuando se habla de vivir en santidad, muchos piensan que se trata de seguir
reglamentos que consisten en demandas muy rigurosas y alejadas de nuestras
capacidades.
Otros
imaginan que vivir en santidad se trata de retirarse a una montaña y no tener
contacto con ninguna persona porque nos pueden contaminar. Todas estas ideas
son totalmente erradas. Entonces ¿qué es vivir en santidad?
SANTIDAD—Perfección moral.
Estado
de quien se destaca por la pureza.
En las
Sagradas Escrituras, la santidad tiene dos sentidos muy distintos.
1) Es
la separación del mal y del pecado;
2) Es
la dedicación completa al servicio del reino de Dios.
En otras palabras, ser santos es estar separado del pecado y dedicado totalmente a Dios.
La Biblia nos exhorta continuamente a la santidad veamos los siguientes pasajes bíblicos:
Levíticos 11:44-45. Yo soy el Señor su Dios, así que santifíquense y manténganse santos, porque yo soy santo. No se hagan impuros por causa de los animales que se arrastran. 45 Yo soy el Señor, que los sacó de la tierra de
En otras palabras, ser santos es estar separado del pecado y dedicado totalmente a Dios.
La Biblia nos exhorta continuamente a la santidad veamos los siguientes pasajes bíblicos:
Levíticos 11:44-45. Yo soy el Señor su Dios, así que santifíquense y manténganse santos, porque yo soy santo. No se hagan impuros por causa de los animales que se arrastran. 45 Yo soy el Señor, que los sacó de la tierra de
Egipto, para ser su Dios. Sean, pues,
santos, porque yo soy santo.
Levíticos 19:1-2. El Señor le ordenó a
Moisés 2- que hablara con toda la asamblea de los israelitas y les
dijera: «Sean santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo.
Y en 2 Crónicas 29:5; les
dijo:«¡Levitas, escúchenme! Purifíquense ustedes, y
purifiquen también el templo del Señor, Dios de sus antepasados, y saquen
las cosas profanas que hay en el santuario.
Esto fue lo que le pidió al pueblo de Israel, pero
vemos que este mandato no
fue solamente para ellos, también es para nosotros sus
hijos como pueblo de Dios que somos, veamos los siguientes versículos.
San Mateo 5:48.Jesús dijo. Por tanto, sean perfectos, así como
su Padre celestial es perfecto.
1ª Pedro 1:15-16. Pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy
santo».
1ª
Tesalonicenses. 4:7. Porque Dios no nos ha llamado a la impureza sino a la
santificación.
(Romanos. 6:13) Ni tampoco presenten sus miembros al pecado como instrumentos de injusticia sino, más bien, preséntense a Dios como vivos de entre los muertos, y sus miembros a Dios como instrumentos de justicia.
2 Corintios.
6:17-18. Por lo cual, ¡Salgan
de en medio de ellos, y
apártense! dice el Señor. No
toquen lo impuro, y yo los
recibir
18 y seré para ustedes Padre,
y ustedes me serán hijos e hijas,
dice el Señor Todopoderoso.
Los
versículos anteriormente citados son claros y efectivamente nos llaman a:
Alejarnos
o separarnos de toda inmoralidad.
Presentar
todo nuestro ser ante Dios para su Gloria.
Evitar
intencionalmente todo aquello que nos desvía de una vida de santidad.
¿Cómo ser santos? y ¿Cómo vivir en santidad?
1) Los
cristianos somos santos en Cristo, el apóstol Pablo afirma lo siguiente:
"... Y esto eran algunos de ustedes, pero ya han sido
lavados, pero ya son santificados, pero ya han sido justificados en el nombre
del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios. 1ª Corintios. 6:11.
De modo
que, el apóstol Pablo al escribir a las iglesias, se refiere a ellos como
santos.
El
apóstol inspirado por el Espíritu del Señor, está viendo no la condición
personal de los miembros de la iglesia de Dios, sino la posición que tienen en
Cristo.
2) Somos
santos en Cristo, pero somos llamados a vivir en santidad.
1ª Pedro 3:21. Esa agua es como el bautismo que ahora los salva a
ustedes. Pero el bautismo no consiste en limpiar el cuerpo, sino en el
compromiso para con Dios de tener una conciencia limpia. [a] El bautismo los salva porque Jesucristo fue
resucitado de entre los muertos,
La
evidencia bíblica es amplia respecto a este asunto, en el Nuevo Testamento
encontramos referencias claras:
¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios. (Santiago
4:4)
Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello:
Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que
invoca el nombre de Cristo. (2
Tim. 2:19-20).
No
existe una guía de "como-ser-santo-en-24-horas". Vivir en santidad es
una
experiencia
diaria y continua, a la cual estamos llamados no por un pastor o un
líder,
sino por Dios mismo.
Él es
el que nos llama a vivir apartados del pecado y del mundo.
Para
algunos esto suena anticuado y religioso, sin embargo es lo que la Biblia nos
enseña. Puesto que no hay un reglamento de cómo vivir en santidad, hay algunos
principios que debemos considerar:
1. Usar los medios de gracia para santificarnos: Leer
la Biblia, orar en privado o en público, congregarnos, participar de la Cena
del Señor y santificar el día del Señor, son medios de gracia que nos ayudan en
nuestro proceso de santificación progresiva. Considero que no hay mejores
medios que estos, puesto que llevan nuestros corazones hacia Dios.
"Nuestra
condición espiritual dependerá en gran medida de la manera en que usamos estos
medios.
Fíjese
que digo; la manera en que los usamos, porque no recibimos ningún beneficio
automático por sólo oírlos.
Entonces
tengo que preguntarle; ¿Se deleita usted en la lectura de la Palabra de Dios?
¿Derrama usted su corazón a Dios en la oración? ¿Se deleita usted en el día del
Señor al dedicarlo a la adoración, la oración y el compañerismo con los
hermanos en la fe?"
2. Procurar
apartarse de situaciones que comprometan nuestro estado espiritual.
Si bien
es cierto que vivimos en una sociedad en la cual impera el pecado en diferentes
formas, con la ayuda de Dios debemos huir de situaciones que pongan en riesgo
nuestro estado natural.
1ª Pedro 1:22-23. Obedeciendo la verdad se han purificado y pueden amar sinceramente a
sus hermanos. Ámense los unos a los otros de todo corazón. 23 Pues
ustedes nacieron de nuevo, no por medio de padres mortales, sino por medio del
mensaje vivo y eterno de Dios.
No
estamos hablando aquí de perder la salvación sino de perder nuestra comunión
con el Señor.
(vea el Salmo
51). Oración de arrepentimiento
51: Al músico principal. Salmo de David, cuando el profeta
Natán fue a él después de que David tuvo relaciones con Betsabé.
Ten piedad de mí, oh Dios,conforme a tu misericordia.
Por tu abundante compasión borra mis rebeliones.
2 Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante
de mí.
4 Contra ti, contra ti solo he pecado y he hecho lo malo ante tus ojos. Seas tú reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu juicio.
5 He aquí, en maldad he nacido, y en pecado me concibió mi madre.
6 He aquí, tú quieres la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
7 Quita mí pecado con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme oír[a] gozo y alegría, y se regocijarán estos huesos que has quebrantado.
9 Esconde tu rostro de mis pecados y borra todas mis maldades.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme dentro de mí.
11 No me eches de tu presencia ni quites de mí tu Santo Espíritu.
12 Devuélveme el gozo de tu salvación, y un espíritu generoso me sustente.
13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.
14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, y con regocijo cantará mi lengua tu justicia.
15 Señor, abre mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza.
16 Porque no quieres sacrificio; y si doy holocausto, no lo aceptas.
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado.
Al corazón contrito y humillado no desprecias tú, oh Dios.
18 Haz bien a Sion con tu benevolencia; edifica los muros de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto o la ofrenda del todo quemada.
Entonces se ofrecerán becerros sobre tu altar.
Por tu abundante compasión borra mis rebeliones.
2 Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante
de mí.
4 Contra ti, contra ti solo he pecado y he hecho lo malo ante tus ojos. Seas tú reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu juicio.
5 He aquí, en maldad he nacido, y en pecado me concibió mi madre.
6 He aquí, tú quieres la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
7 Quita mí pecado con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme oír[a] gozo y alegría, y se regocijarán estos huesos que has quebrantado.
9 Esconde tu rostro de mis pecados y borra todas mis maldades.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme dentro de mí.
11 No me eches de tu presencia ni quites de mí tu Santo Espíritu.
12 Devuélveme el gozo de tu salvación, y un espíritu generoso me sustente.
13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.
14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, y con regocijo cantará mi lengua tu justicia.
15 Señor, abre mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza.
16 Porque no quieres sacrificio; y si doy holocausto, no lo aceptas.
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado.
Al corazón contrito y humillado no desprecias tú, oh Dios.
18 Haz bien a Sion con tu benevolencia; edifica los muros de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto o la ofrenda del todo quemada.
Entonces se ofrecerán becerros sobre tu altar.
Nosotros
también debemos huir de todo aquello que quiera entorpecer nuestra comunión
diaria con el Señor, y pedir en oración como el salmista aquí en este
pasaje.
3. Debemos Confiar en el sacrificio perfecto de Jesucristo.
Nuestros
esfuerzos pueden ser fallidos, nuestras intenciones en algún momento pueden ser
tocadas por la malicia y por lo tanto pecamos delante de Dios.
Sin
embargo, nuestro consuelo es que en Cristo Jesús somos santos. Al presentarnos
delante del Padre en el nombre de Jesús y pedir perdón somos totalmente
restaurados.
(1 Juan 1:8-10). Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda
maldad. 10 Pero si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él
mentiroso y su palabra no está en nosotros.
Es la
obra de Cristo en la cruz nuestro descanso y nuestra motivación para vivir
santamente.
Somos
llamados a vivir en santidad, el estándar de Dios no ha sido disminuido
u
olvidado. Este es nuestro llamado: ser santos.
La
santidad real hará que el hombre cumpla sus deberes en su hogar y en su
trabajo, y afectará su forma de vivir en su vida cotidiana y su manera de
enfrentar sus problemas.
La
santidad le hará humilde, bondadoso, dadivoso, considerado con los demás,
amable y perdonador.
No le
conducirá a descuidar los deberes ordinarios de la vida, ni los espirituales,
sino que le capacitará para vivir la vida cristiana, donde quiera que Dios le
haya llamado.
La
biblia enseña que Jesús y el padre uno son y que además Jesús es el unigénito
hijo de Dios (Hebreos 1:1-4). Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros
antepasados en otras épocas por medio de los profetas, 2 en estos
días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A éste lo designó heredero de
todo, y por medio de él hizo el universo.
Este término familiar indica que Dios
considera a su hijo Jesús como un miembro de la familia.
A los
creyentes nacidos de nuevo se nos dice que también somos miembros de esta
familia.
1 Juan 3:1-2). ¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame
hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo
conoció a él. 2 Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero
todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que
cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es.
¿Cómo
podemos llegar a ser parte de esta familia de Dios?
Cuando
escuchamos el evangelio, confesamos nuestros pecados, y ponemos nuestra fe y
recibimos con toda confianza a Jesucristo como salvador, bautizándonos en su
nombre para perdón de pecados en ese momento nacemos en el reino de Dios como
sus hijos y nos convertimos en herederos con él por toda la eternidad.
(Romanos
8:14-17). Porque todos los
que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. 15 Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el
Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba!
¡Padre!» 16 El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. 17 Y si somos hijos, somos herederos; herederos de
Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria.
Mientras que a Jesús se le considera como el hijo unigénito de Dios, a los creyentes se nos denomina hijos nacidos en la familia de Dios que necesitamos crecer y madurar en la fe (Efesios 4:11-16), Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, 12 a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. 13 De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se
Mientras que a Jesús se le considera como el hijo unigénito de Dios, a los creyentes se nos denomina hijos nacidos en la familia de Dios que necesitamos crecer y madurar en la fe (Efesios 4:11-16), Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, 12 a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. 13 De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se
conforme a la plena estatura de Cristo.
14 Así ya no seremos niños, zarandeados por las
olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia
y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas. 15 Más bien, al vivir la verdad con amor,
creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir,
Cristo. 16 Por su acción todo el
cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los
ligamentos, según la actividad propia de cada miembro.
»Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan
ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino
preparado para ustedes desde la creación del mundo.
Hebreos 12:28). Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible,
seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le
agrada, con temor reverente,
Efesios
1:3 nos
dice que los creyentes son bendecidos con toda bendición espiritual en los
lugares celestiales en Cristo.
Estas
bendiciones espirituales son innumerables, eternas, permanecen en Cristo, y nosotros
como sus hijos recibimos estas bendiciones por la gracia de Dios.
Como
hijos terrenales, en algún momento heredaremos lo que nuestros padres nos dejen
después de su muerte. Pero en el caso de Dios, los creyentes ya estamos
cosechando los beneficios de nuestra herencia al tener paz con
él a
través del sacrificio de su hijo en la cruz.
Otras
de las recompensas de nuestra herencia son el sello del Espíritu Santo a partir
del momento en que creemos en Cristo (Efesios
1:13-14), En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad,
el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el
sello que es el Espíritu Santo prometido. 14 Éste garantiza nuestra
herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios,*para alabanza de su gloria.
Que es
lo que nos da fuerza para vivir para Dios en el presente, y el saber que
nuestra salvación está segura para la eternidad (Hebreos
7:24-25). pero como Jesús
permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero. 25 Por eso
también puede salvar por completo* a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre
para interceder por ellos.
Ser parte de la familia de Dios es la mayor bendición que se nos ha dado a los creyentes, y la que debería hacer que nos postremos de rodillas en humilde adoración.
Ser parte de la familia de Dios es la mayor bendición que se nos ha dado a los creyentes, y la que debería hacer que nos postremos de rodillas en humilde adoración.
No
podemos hacer nada para merecerlo, puesto que es el don de amor, misericordia y
gracia de Dios hacia nosotros, no obstante, estamos llamados a ser hijos e
hijas del Dios viviente¡ Que todos respondamos con fe a su invitación!
¿Qué vemos al ver nuestra familia de la fe? ¿Vemos madres, padres,
¿Qué vemos al ver nuestra familia de la fe? ¿Vemos madres, padres,
hermanos y hermanas allí?
Pues Cristo mismo lo vivió. En una ocasión cuando su
madre y sus hermanos lo buscaban Él dijo con total seguridad y convicción:
“¿Quiénes son mi madre y
mis hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en círculo, a su
alrededor, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque cualquiera que hace la
voluntad de Dios, ése es mi hermano
y hermana y madre” (Marcos. 3:33-35).
¿Quién? Cualquiera… que hace la voluntad de Dios.
¡Que declaración! Mira a los asientos que se llenan
cada domingo, observa a aquellos ancianos que están llegando, mira a los niños
que juegan y hacen ruido, a las madres con sus bebés, a los hombres que
conversan tomando un café… he aquí tu madre, tu padre, tus hermanos y hermanas.
Los que hacen la voluntad de Dios, nuestro Padre.
¡Que familia Dios nos ha dado! ¡Amémosla!
Una familia eterna por gracia
me apasiona ver cómo Dios nos ha bendecido al hacernos una familia de
fe, una familia que se ama (Jn. 13:34; Ro. 12:10), que se enseña (Col.
3:16),
que se soportan en amor (Col. 3:13; Ef. 4:2), que
se perdonan como Dios los perdonó (Col. 3:13; Mt. 18:21-22),
que se edifican mutuamente y se animan (1
Tesalonicenses. 5:11; Ef. 4:29),
que se exhortan unos a otros (Heb. 3:13),
que se estimulan al amor y las buenas obras (Heb.
10:24), y podríamos seguir añadiendo más características de esta familia de fe.
Y quisiera agregar algo más: que pecan.
Porque tan cierto como es todo lo anterior, es tan
cierto que aun mora el pecado en esta familia de fe, pero para eso hay perdón,
hay gracia, hay disciplina, hay misericordia.
Pero tenemos la buena noticia de que un día ya no
habrá pecado en esta familia de fe, y eternamente estarán juntos adorando y
sirviendo al Dios que los trasladó de las tinieblas a su luz admirable, al
reino de su amado Hijo, y que los constituyó herederos, hijos adoptivos, y
parte de su familia.
¡Qué maravillosa familia Dios proveyó en la sangre de
Cristo!
Efesios
2.19) Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni
extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios,
Lo primero que Dios formó en el principio fue la familia.
A Dios no le pareció bien que el hombre estuviera
solo, de allí que vino la compañera. De esta manera Dios puso al hombre en el
paraíso y le dio la tierra por casa para que la poblara con muchos hijos.
Pero el hombre cometió el disparate de alejarse de Dios, siguiendo el engaño de
la serpiente antigua.
Sin embargo, y aun cuando Dios pudo haber acabado con
aquella naciente familia, le mostró al hombre que él era la corona de su
creación y que lo había amado con “amor eterno”. Fue así como se empeñó
en buscarlo y perdonarlo. Así que, de esa humanidad caída, Dios escoge a un
pueblo a quien llamó Israel y con quien estableció su alianza.
Israel sería el pueblo elegido para bendecir a las
familias de la tierra.
De ese pueblo vendría una hija, elegida y preparada
por Dios para traer a Jesús, el Hijo de Dios, Dios mismo que se hace hombre.
Por lo tanto Jesucristo se ha puesto al frente de la humanidad redimida, dando
su vida por la iglesia a fin de presentársela santa, sin mancha y sin arruga.
Con su muerte conquistó a la familia de quien vendrían todos los
hijos de Dios y a través del poder del Espíritu Santo poder llamarlo: “¡Padre
nuestro!”.
Entonces, ¿por
qué es importancia que se destaque a la “iglesia como familia”? Si nos
basamos en las necesidades que tenemos los seres humanos, la iglesia como
familia de Dios debería ser el mejor lugar para nuestro bienestar.
Esto lo decimos porque las cosas que más busca el ser
humano son amor y aceptación. Y déjeme decirle que las iglesias que están
creciendo son las iglesias amorosas. Eso pasaba con la iglesia del
primer siglo.
¿Por qué
decimos esto?
1. Tenemos un
Padre para todos. En la familia de Dios tenemos un solo Padre a quien llamamos
“Padre nuestro”. Ninguna otra revelación nos toca tan cerca que aquella donde
llamamos a Dios de esta manera.
Hay en esto un sentido de seguridad, de
provisión y de completa confianza sea cual sea la necesidad que enfrentemos.
Jesucristo se aseguró de mostrarnos a Dios de esta manera.
Solo una vez se
dirigió a él como Dios, en su grito de dolor en la cruz, pero aún allí lo llamó
dos veces Padre. Y la afinidad era tan grande que lo llamó “Abba Padre”, con lo
que se mostraba un gran grado aún superior de intimidad.
Juan nos da un gran texto para hablarnos del carácter
de este Padre: él dice “Mirad cuál amor nos
ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por eso el mundo no
nos conoce, porque no le conoció a él”
(1 Jn. 3:1).
1. Debemos ser
atendidos al nacer. Así como un bebé es recibido con alegría y es atendido con
especial cuidado, la iglesia como una familia debe proveer para el recién
convertido su seguridad, de modo que pueda haber un crecimiento sustentado.
Pedro nos presenta la figura del infante que busca la
leche como su principal alimento al compararlo con la lecha espiritual que debe
ser bebida para el crecimiento.
A los que entran a esta familia les dice: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual
no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pe. 2:2).
Esta debe ser la tarea más cuidadosa de la iglesia.
Llegamos a ser parte de la familia de Dios mediante el nuevo nacimiento. Es
nuestra tarea alimentar adecuadamente a los recién nacidos.
2. Las
promesas de provisión son para todos.
Una de las primeras cosas que aprende el nuevo miembro
de la familia de Dios es que él cuenta con el Dios de toda provisión.
Además de darle la promesa espiritual que él “es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin
mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24), también
escucha la gran promesa que Cristo donde nos dice: ““No
os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué
vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro
Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas (Mateo 6.31-32).
La seguridad
que sentimos es que en medio de las más fuertes crisis de nuestras vidas, el
creyente no se quedará allí. Él no entra en pánico ni en desesperación
porque toda su vida ahora está en las manos del Señor.
Él llega aprender que “tiene un padre que sabe
todo lo que él necesita, y confía que le suplirá su necesidad””
3. Aliento para los tiempos de desánimo. Los tiempos de
desaliento llegan con mucha frecuencia. Los hijos se desaniman cuando ven que sus
sueños no son cumplidos. La presencia de una madre amorosa y de un padre
optimista hace la diferencia en la vida de sus hijos. Esto mismo sucede
en la iglesia. Tenemos miembros que son presa fácil del desánimo y el
desaliento.
Si funcionamos como la auténtica familia de Dios todos
esos estados emotivos cambiantes debieran desaparecer por el contagio del
gozo, del amor y de la esperanza que expresamos los unos con los otros.
Pablo conocía muy bien la tendencia del desánimo
en los hermanos, de allí su exhortación: Que
alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes
para con todos (1 Tesalonicenses. 5.14). El sentimiento de seguridad es
trasmitido por los cuidados que otros tienen de mi persona.
III. LA IGLESIA COMO FAMILIA NOS DA UN SENTIMIENTO DE IDENTIDAD
1. Soy digno de ser
llamado su hijo. La oración que más repitió el “hijo pródigo” antes de
llegar a casa fue: “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo”.
¿Sabía usted
que ese sentimiento de indignidad es el que más abunda cuando se ha malgastado
la vida, viviendo perdidamente? Pero cuando alguien viene a la familia de Dios
recobra la dignidad que el pecado le había quitado.
En esta nueva familia descubre que es un linaje escogido, un real sacerdocio, una gente santa y
que ha sido adquirido por Dios a través de Cristo (1 Pedro 2:9).
Vivimos en una sociedad que hace rato perdió el
respeto por la dignidad de la persona.
La vida sin la presencia de Dios no vale nada.
Pero la incorporación a la familia de Dios levanta a
la persona y lo llena de profundo respeto. El hombre en Cristo descubre la
grandeza y el propósito de su creación. Descubre que él no nació para el pecado
sino para la gloria de Dios.
2. Vivo para mi nueva familia. Nada
hay nada más hermoso que una familia unida. Los padres somos testigos de las
bendiciones que se logran al conformar la familia bajo el regazo del
amor. Los hijos que se crían así tienen sentido de identidad personal. Crecen
seguros, estables y así forman sus propias familias. Esto pasa en la familia de
Dios. No encontramos en la Biblia a creyentes solitarios y hermanos privados de
la comunión los unos con los otros. Por cuanto tienen una nueva familia, su
deseo es identificarse plenamente con dicha congregación.
Esto
les libra de ese individualismo independiente de nuestra cultura que está
creando muchos huérfanos espirituales, creyentes que saltan de una iglesia a
otra sin identificarse, sin rendir cuentas, ni comprometerse con nada. Muchos
piensan que pueden ser buenos cristianos sin la cobertura de una congregación
local, pero Dios no está de acuerdo con eso. La triple relación de un creyente
tiene que ver con su Dios, su familia cercana (padre, hijos, esposos) y los
hermanos en la fe.
IV. LA IGLESIA COMO FAMILIA NOS PROVEE DE ACEPTACION ESPIRITUAL
Para
nadie es un secreto que nuestro mundo tiene visos de discriminación. Las clases
sociales, los colores de la piel así como los idiomas, etc., son los
principales focos que algunas sociedades han presentado para establecer sus
propias barreras entre unos y otros.
Pero
aquí es donde la congregación de hermanos en la fe, actuando como la verdadera
familia de Dios, abre sus puertas para que todos los que a ella vengan
experimenten el calor de la aceptación y el amor incluyente de cada uno de sus
miembros.
Nadie
más experimentó las barreras de exclusión que la iglesia del primer siglo,
especialmente por el fanatismo de los judíos contra los gentiles. El templo
mismo tenía una separación para las mujeres y para los gentiles. Nadie podía traspasar
esos lugares, “pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro
tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared
intermedia de separación…” (Ef. 2:13,
14). Ya no hay separación en esta nueva
familia.
CONCLUSIÓN: Si creemos que la congregación de hermanos en la fe es
la familia de Dios, entonces aquí no debiera haber diferencia por cuanto todos
somos hermanos.
La iglesia como
familia de Dios es el único lugar donde todos somos hijos de un mismo Padre.
Por lo tanto,
todos somos miembros de un mismo cuerpo.
Todos participamos de la misma vida, pues por todos
corre la misma sangre, es decir, la gracia de Dios que llevamos dentro desde el
mismo momento que el Espíritu Santo mora en nosotros.
Pero, ¿para qué nos quiere Dios como una familia?
Para que seamos una bendición. La gente que está fuera
de esta familia son “huérfanos espirituales”. Dios los quiere hacer sus
hijos y para que esto ocurra, los que estamos dentro debemos buscarlos y darles
la bienvenida.
La invitación de hoy es para que usted sea miembro de
esta familia: “porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por
un mismo Espíritu al Padre” V. 18
QUÉ SIGNIFICA QUE SEAMOS HIJOS DE DIOS?
Cuando Jesús se daba a conocer como el Hijo de
Dios, y nos enseñaba que
Dios también era nuestro padre, lo hacía con una
idea en mente de lo que significa ser un hijo y lo que significa ser un padre,
que puede variar de lo que podríamos pensar cada uno de nosotros al respecto
según nuestro conocimiento del mundo y nuestra propia experiencia, sobre todo
si consideramos el hecho de que vivimos en una época y un contexto
sociocultural muy distinto.
Primero que nada me parece necesario hacer énfasis en que Dios es un padre perfecto, ya que Él es perfecto.
También, que Cristo es el hijo perfecto, y que Dios espera de nosotros que también lo seamos (San Mateo.
5:48)), Jesús dijo: Sed,
pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto.
Esto nos habla de que tenemos una inmensa
responsabilidad.
Por lo tanto, les aconsejo que traten de dejar a
un lado la idea que tienen de lo que significa
ser padre, así como también el recuerdo de lo que fue (o es) su padre “terrenal”
y lo que son ustedes como padres y/o hijos “terrenales”.
Si volvemos a la época en la que Jesús estuvo
en la Tierra, y nos insertamos en la cultura en la que él creció y a la
que se dirigió, podemos tener una idea más clara de lo que él se refería cuando
enseñaba sobre la relación padre-hijo entre Dios y los hombres.
Aunque las relaciones padre-hijo se entendían y
vivían entonces de forma muy parecida a como se entienden y se viven hoy, nos
ayudará saber cómo eran exactamente en la Palestina del siglo primero.
“la
familia era la institución básica de la sociedad, y el núcleo a partir del cual
se articulaba el tejido social”.
Su objetivo último era salvaguardar la integridad y la continuidad del grupo familiar.
Su objetivo último era salvaguardar la integridad y la continuidad del grupo familiar.
Es interesante recalcar que de todas las relaciones
dentro de la familia la más importante era la de padre-hijo ya que en ella
descansaba el cumplimiento del objetivo principal de la familia mencionado
anteriormente; “la familia disponía de dos instrumentos básicos: la
autoridad patriarcal, y un complejo sistema de transmisión de sus bienes,
fueran estos materiales (propiedades) o inmateriales (religión y honor).”
La relación padre-hijo era la cadena de transmisión
que garantizaba la integridad y la continuidad de la familia.
“El ideal
era que un hijo llegara a ser una réplica exacta de su padre, porque un día
ocuparía su lugar y perpetuaría su presencia en la familia, según el dicho:
"muere un padre y es como si no muriera, pues deja tras de sí un hijo como
él".
Esta convicción hizo que los antepasados fueran
elementos muy importantes en la educación de los hijos”.
Así, podemos inferir que Dios quiere de nosotros
que básicamente reproduzcamos su imagen porque nuestra principal misión será
encargarnos de su herencia (aunque Él nunca morirá y no nos dejará
solos).
“Cuando Dios creó al
hombre, lo creó semejante a Dios mismo… y les dio su
bendición: “Tengan muchos,
muchos hijos; llenad el mundo y gobernadlo…”
(Gen. 1:27-28).
Queda más que claro que ser un hijo de Dios no
es cualquier cosa, y que no es nada simple.
Al ser tan importante la relación padre-hijo en
la sociedad, estaba muy claro cuáles eran las responsabilidades y los derechos
específicos de ambos.
Dios quiere que llevemos una
relación directa con él como hijos, por medio de su Hijo
Jesús y de esta manera tendremos la experiencia de sentir el Espíritu Santo.
Debemos ser imitadores de Jesucristo y esto nos
hace hijos de Dios, porque Tener el poder de ser hijos, es una facultad espiritual que provee Jesús cuando lo
recibimos, Es el principio de la regeneración, y eso nos conduce no solamente
al título de hijos, sino que nos conduce a la verdadera participación de la
naturaleza de Dios.
Si tú eres un hijo de Dios, entonces el
Espíritu Santo está dentro de ti, tu naciste de nuevo, naciste de Dios. Es un
nacimiento espiritual.
San Juan 1:12. "Más
a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad
de ser hechos hijos de Dios." recibir a Jesús abarca muchas áreas.
Recibirlo como salvador.
Recibirlo como Padre.
Recibirlo como hermano.
Recibirlo como maestro.
Recibirlo como consejero. Etc.
Damos gracias a Dios por
esta palabra "todos". "Todos" esto nos incluye a usted y a
mí, porque dice "a todos los que le
recibieron".
Ahora, ¿qué les sucede? A
todos los que le recibieron, y creyeron en su nombre, dice que nos dio potestad
de ser hechos hijos de Dios.
Esto es: que nos dio su
autoridad para que podamos sujetarnos a él y comportarnos como sus hijos.
Dice el versículo 13:
San Juan 1:
"Estos no nacieron
de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de
Dios."
La frase, "los cuales no son engendrados" indica que la vida sólo
puede venir por medio de una concepción y un renacimiento.
Viene a aquellos que reciben a Cristo,
y creen en Su nombre.
Veamos estas frases más de cerca: ". . . los cuales no son engendrados de
sangre."
Esto significa que este renacimiento,
no es una procreación natural.
Dice el
texto: ". . . los
cuales no son engendrados. . . ni de voluntad de carne," y significa que uno no puede llegar a ser hijo de Dios
mediante sus propios esfuerzos, por medio de algo que uno haga, es decir, por
las buenas
obras.
Y sigue
diciendo: ".
. . los cuales no son engendrados. . . ni de voluntad de
varón," significa que no es por la educación, ni por la preparación
que uno
tenga.
Y
continúa diciendo: ".
. . los cuales no son engendrados. . . sino de Dios,"
significa que usted, estimado lector,
sólo puede llegar a ser hijo de Dios
mediante el renacimiento que es producido
por la palabra de Dios.
Y esta es la obra directa del Espíritu
de Dios. El Señor Jesús dice en el capítulo 3 de
este evangelio, versículo 6: Lo que nace de
la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es.
Es pues necesario, ser nacido del
Espíritu, es decir por la palabra que viene de Jesús.
Por eso Jesús dijo…
".
. . las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida", dice el
versículo 63. De juan capitulo 6.
Siempre que
hemos participado en un acto en el cual se sirve la Cena del Señor, hemos leído
porciones de las Palabras de Cristo, entonces estamos recibiendo como alimento
el Espíritu de Dios.
Y esta Palabra
de Dios bendice los corazones de los creyentes.
¿Por qué?
Porque las palabras del Señor Jesús son espíritu y son vida.
Y esta es la vida de Jesús en nosotros,
que nos convierte en sus hijos.
¿Pero cómo sabemos si somos hijos de
Dios?
Fácil hay un texto bíblico que nos
dice…
¨porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos
son hijos de Dios¨ Romanos 8:14.
Ser hijo de Dios es ser guiado por el
Espíritu Santo.
El Espíritu Santo nos guía, y nos
conduce, a través de la Palabra de Dios.
Y una prueba de que tú eres guiado por
el Espíritu Santo de Dios es tu comportamiento.
La
biblia nos dice en el pasaje de Tito 3:5 ¨ nos
salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo. ¨
Entonces ser hijo de Dios es ser guiado
y conducido por el Espíritu Santo, y eso se refleja en nuestro comportamiento,
nuestro carácter a la hora de actuar frente a las diferentes circunstancias y
conflictos que se nos presenta en nuestro diario vivir.
Gálatas
5:28-31. Dice: Así que,
hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.
- Pero como entonces el que había nacido
según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también
ahora.
- Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la
esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la
libre.
- De manera, hermanos, que no somos hijos de
la esclava, sino de la libre.
Es necesario trabajar en nuestra
transformación como hijos espirituales o de lo contrario no podremos
mantenernos unidos en el Espíritu de Dios, y es por eso por lo que no sabemos
cómo vencer todo conflicto y problemas que se nos presentan a diario, y es por
eso que vemos en las iglesias, toda clase de problemas, hermanos que se
desaniman, pleitos entre hermanos, envidias, contiendas, hermanos que siguen en
pecado, etc.
Hebreos 6:1-3. Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina
de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento
del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios,
- de la doctrina de bautismos, de la
imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.
- Y esto haremos, si Dios en verdad lo
permite.
Esto no quiere decir que debamos
estudiar otra clase de doctrina.
Sino que vayamos adelante a buscar la
perfección, debemos dedicar tiempo y esfuerzo en perfeccionar su obra en
nosotros, la obra de ser trasformados a su imagen, y que no nos quedemos solo
recibiendo conocimiento del llamado al arrepentimiento y al bautismo, y sobre
su sacrificio por nosotros.
sino que avancemos en el conocimiento
de vivir su vida en nosotros.
Veamos lo que nos aconseja el pasaje de
1ª Juan 2:6.
El que dice que permanece en él, debe andar como él
anduvo.
Ser Hijos De Dios Es La carrera
cristiana Mas Importante.
Leamos el versículo 4 de este capítulo
12 de Hebreos: que nos dice…
"Pues aún no habéis resistido hasta
la sangre, combatiendo contra el pecado"
Aunque estemos pasando por tiempos
difíciles y estemos sufriendo problemas y dificultades, el único remedio para
nuestra debilidad, es centrar nuestros pensamientos en Cristo.
Recuerda "Pon tus ojos en Cristo,
y te llenara de gracia y amor, y lo
terrenal quedara sin valor para ti cuando estés frente al amor del glorioso Señor".
Continuemos
leyendo el versículo 5 de Hebreos 12: "Y habéis ya olvidado la
exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies
la disciplina del Señor ni desmayes cuando eres reprendido por él"
Esta
disciplina es necesaria porque nos ayuda a prepararnos para vivir en comunión
con nuestro Padre.
El
único recurso que tenemos es Cristo, no un templo ni un ritual, ni una
religión.
No
olvidemos esta exhortación que nos hace Dios, recordándonos que fuimos llamados
a recibir disciplina.
Pero
hay una gran cantidad de creyentes hoy que piensan que no necesitan ser
disciplinados, sino que la disciplina es para cristianos inmaduros, para
personas que han estado en el camino del Señor por poco tiempo, o para los
jóvenes.
Muchos creen
que no necesitan recibir Disciplina, porque ya han recorrido un
gran
trecho del camino de la vida, o porque tienen mucho tiempo en el camino
del
Señor, o porque simplemente son adultos o ancianos.
Y esto
sucede porque la mayoría no saben lo que significa la palabra disciplina.
La palabra
"disciplina" tiene un significado algo diferente
de la idea que tenemos en la actualidad.
Solemos pensar que se refiere a un
castigo. La palabra disciplina significa "entrenar
o preparar, ordenar".
-Disciplina es un Conjunto de normas de
comportamiento para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de
un cuerpo o una población en una profesión o en una determinada población.
- Cuyo
cumplimiento de manera constante conducen a cierto resultado.
Dios entrena, o prepara a sus propios
hijos.
No bebemos ignorar o tener a menos, o
burlarnos cuando nos están ordenando algo con la palabra de Dios, tampoco nos
desanimemos ni nos enojemos por ser amonestados por su palabra.
Es necesario perseverar en esta
disciplina o preparación para ser trasformados como espirituales.
Continuemos leyendo ahora los versículos
6 hasta el 8:
"Porque el Señor al que ama,
disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina,
Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no
disciplina?
Dios quiere lo mejor para nosotros como
todo buen padre, por eso nos disciplina, nos da una preparación para que
podamos comportarnos como hijos suyos, y así darnos el trato que se le da a un
hijo.
Y darnos a sentir su amor, que nos
permite entrar en su presencia cada vez que queramos, o lo necesitemos,
sintiendo así que su presencia es real en nosotros.
El pasaje sigue diciendo….
Pero si se os deja sin disciplina, de la cual
todos han sido participantes, entonces sois bastardos, no hijos."
Sino soportamos este proceso de
disciplina o preparación entonces seremos como unos bastardos y no nos
estaremos comportando como hijos.
Hijo bastardo es aquel que vive alejado de su padre,
y por lo tanto carece de toda atención y bienestar, del amor de su padre.
Por eso muchos creyentes viven
desanimados, cansados, no muestran avivamiento a la hora de rendir tributo a
Dios, y son inconstantes en su comunión con Dios.
CONSTRUYENDO MI RELACIÓN COMO HIJO DE DIOS.
El Espíritu Santo nos guía través de:
1) La
palabra:
¨pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablara todo lo que
oyere y os hará saber las cosas que habrán de venir.¨ San Juan 16:13
2) Por la oración: ¨y de igual manera el Espíritu
nos ayuda en nuestra
debilidad; pues que hemos de pedir como
conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu Santo intercede por nosotros con
gemidos indecibles, Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la
intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los
santos¨ Romanos
8:26,27.
¿Cuál es resultado práctico de la vida en el Espíritu Santo?
Hay dos aspectos, uno negativo y uno
positivo.
Veamos el aspecto negativo..
EL NEGATIVO ES LA MORTIFICACIÓN DE LA CARNE
¨Por lo
tanto, no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal, ni
obedezcan a sus malos deseos.
No
ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumento de injusticia, al
contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la
vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia. ¨ Romanos
6:12-13.
El
aspecto negativo es vigilarnos para no seguir cediendo a los deseos y
debilidades de nuestra naturaleza carnal en cuanto a las pasiones carnales.
O en
cuanto a nuestra manera de vestir, de hablar. Etc.
¿Cómo mortificar la carne?
1) El
odio al pecado lleva a la persona a tomar medidas contra él.
2) Debemos
evitar el mal de todas las formas.
Los mismos valores que tengo para mí,
debo enseñar a mis hijos también.
Como, por ejemplo, no robar, no
mentir…. Es nuestra obligación enseñar a nuestros hijos. No podemos tener pereza,
hay que decir, hay que enseñar a cada rato…
El hombre guiado por el Espíritu se
desarrolla en esta área.
No debemos apenas contemplar a Dios, tenemos
que hacer alguna cosa, tenemos que mortificar la carne.
3) No
alimentar la carne.
¨Más
bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer
los deseos de la naturaleza pecaminosa. ¨
Romanos 13:14.
Así que voy hacer una comparación para
explicar mejor esas tres reglas:
– Cuando
existe un virus que nos enferma, la primera cosa que hacemos
para no enfermar es evitar el contacto.
Y después tomamos vitaminas para dejar nuestro cuerpo fuerte.
Así que para mortificar
la carne necesitamos hacer lo mismo.
Evitar el pecado, orar, leer y meditar
la palabra de Dios para entender cómo ponerla en práctica para fortalecer el
espíritu.
Vemos que el aspecto negativo es luchar
contra nosotros mismos y nuestras debilidades.
Ahora que hemos analizado como actuar
en el aspecto negativo, vamos a analizar cómo debemos actuar en el aspecto
positivo.
-EL ASPECTO POSITIVO es que después de
sacarnos todas las cosas que no agradan a Dios, no podemos descuidarnos….
Debemos REVESTIR EL HOMBRE NUEVO
¿Cómo el Espíritu Santo nos ayuda?
¿Qué hace el Espíritu Santo por
nosotros?
PENSAR / el Espíritu
Santo nos ENSEÑA A PENSAR.
¨No se
amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su
mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y
perfecta. ¨ Romanos
12: 2.
Renovar la mente no significa que nos volvemos
más inteligentes, no significa que nuestro cerebro fue cambiado, no significa volvernos
predicadores.
SIGNIFICA que el Espíritu Santo nos ayuda
a cuestionar, organizar el
razonamiento, nos ayuda con todos los mecanismos que controlan el pensamiento.
Entonces lo que pasa en el principio de
la regeneración es que tenemos una mente renovada.
APRENDEMOS A PENSAR.
La
primera cosa que debemos pensar es:
pensar sobre Jesús.
¿Quién es?
¿Cómo puedo relacionarme con él?
La
segunda cosa es PENSAR SOBRE
NOSOTROS MISMOS,
APLICANDO EL PRINCIPIO BIBLICO DE LA AUTO EXAMINACION.
El Espíritu Santo nos lleva a la auto
Examinación.
“Por tanto,
pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa” (1ª
Corintios 11:28).
Nosotros
comemos de la vida de Cristo y bebemos de la copa del sacrificio de él, cada
vez que leemos este evangelio donde podemos conocer la vida de Cristo.
Probarse a sí mismo es un deber de cada
cristiano.
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la
fe; probaos a vosotros
mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en
vosotros, a menos que estéis reprobados?” nos
dice (2 Corintios
13:5).
Comer indignamente, se refiere a leer la
palabra de Dios sin dedicar tiempo a comprender lo que nos está hablando a
nivel personal.
Al comer la cena del Señor
indignamente, la persona acarrea culpa para sí mismo y la manera de evitar
comer la cena del Señor indignamente, es mediante probarse a sí mismo.
Esto me libera a mí de la culpa por la
infracción en que otra persona pueda incurrir al participar de la cena del
Señor sin dedicar tiempo a la meditación de la lectura para probarnos a
nosotros mismos si estamos viviendo conforme la vida de Cristo.
Y libera a otros de la culpa mía, por
hacerme participe de la lectura sin dar interpretación para que yo pueda
examinarme si estoy viviendo con forme la vida de Cristo.
El deber de
probarse a uno mismo es un instrumento
puesto en nuestras manos por parte de Dios, para auxiliarnos en nuestra
salvación.
Muchas veces las personas cambian
solamente después de recibir una amonestación por su mala conducta, sin
embargo, si esperamos a ser amonestados por otra persona, tal vez eso nunca llegue
a suceder y se perdería la oportunidad del arrepentimiento.
Esto es algo que se debe hacer todos
los días, puesto que todos los días cometemos errores y todos los días debemos
hacer uso de la santa cena del Señor.
Sin embargo, si nos examinamos a
nosotros mismos con el evangelio de Cristo, tenemos una oportunidad para
corregir nuestros pasos y así evitar ser juzgados y castigados: “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no
seríamos juzgados ” (1 Corintios 11:31).
Jesucristo saben todas las cosas de
nosotros y él es el que va a juzgar y a dar la retribución a todos los hombres:
“Porque es necesario que todos nosotros
comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que
haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios
5:10).
Lo grave es que cuando esto suceda, ya
no hay oportunidad de nada.
Pero Dios nos ha dado la capacidad de examinarnos
a nosotros mismos para que podamos tener confianza en el día del juicio:
Examinarse a uno mismo también es útil para determinar cuál es su obra en el Señor: “Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y
entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro” (Gálatas 6:4).
“Sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése
recibirá del Señor, sea siervo o sea libre” (Efesios 6:8).
Hablando del juicio, es necesario
recordar que éste será de acuerdo con el evangelio de nuestro Señor Jesucristo,
es decir conforme al Nuevo Testamento: “Así hablad,
y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad”
(Santiago 2:12).
Hay creyentes que dicen estar bien con
Dios porque no sienten que la conciencia les acuse, pero el corazón de muchas
personas no les reprende porque no han sido despertadas sus conciencias, sin
embargo, los que tenemos ejercitados los sentidos en esta práctica podremos
mirar nuestros errores para trabajar en ello.
Recuerde que: “No todo el que me dice:
Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad
de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).
Queridos hermanos y amigos: Examinarse
o no a sí mismo puede ser la
diferencia entre la salvación y la
condenación.
Le invito a examinarse a usted mismo
para que determine cuál es su condición delante de Dios.
El Espíritu Santo nunca es superficial.
¡No sea superficial!
Es necesario examinarse a sí mismo,
reconocer el pecado que hay en nuestra vida, nuestras fallas, para que el
Espíritu Santo pueda transfórmanos.
Aquel que piensa que no tiene fallas
vive estancado.
Es necesario examinarse a sí mismo primero por la voluntad de Dios.
Segundo porque tú no puedes ayudar a nadie si no corriges tus
fallas primero.
- DEBERES COMO
HIJOS DE DIOS.
2ª Corintios 6:14-18; 7:1. No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo
tiene la justicia con la injusticia?
¿Y qué comunión la luz con
las tinieblas?
-¿Y qué concordia Cristo con
Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?
-¿Y qué acuerdo hay entre el
templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente,
como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi
pueblo.
-Por lo cual, Salid de en
medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os
recibiré,
-Y seré para vosotros por
Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
-Así que, amados, puesto que
tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de
espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
Ser hijos de Dios es una responsabilidad
grande, donde se requiere estar unidos en aceptación y obediencia a todo lo que
el nombre de nuestro Dios representa como Padre, no debemos unirnos a toras
personas que tienen otros ideales, muchas veces no andamos en compincheria con
estas personas pero estamos unidos en aceptación y concupiscencia a todo lo que
ellos practican cuando disfrutamos de todo lo que oímos a través de lo que los
programas de televisión ofrecen.
Vemos que el verso 17 y 18 nos
aconseja, -Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y
apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré,
-Y seré para vosotros por
Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
Debemos apartar nuestra vista y nuestros
oídos de todos estos medios que ofrecen toda estas cosas, y dedicar más tiempo
a la comunión con nuestro Dios como Padre, no solamente como Dios y salvador,
sino trabajar en nuestra relación con él, hasta que Dios produzca en nosotros
el sentimiento y respeto que se le tiene a un Padre, pero con más valor, por
ser nuestro Padre Celestial.
Por eso la palabra de Dios nos aconseja
en el verso 1: del capítulo 7 de 2ª
Corintios -Así que, amados, puesto que tenemos
tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu,
perfeccionando la santidad en el
temor de Dios.
Es un deber trabajar en limpiarnos de
toda contaminación de carne, esto es los frutos
de la carne, y la contaminación de espíritu es trabajar en despojarnos
de toda tradición y costumbre tanto mundana como religiosa, y venir a a los
pies de Cristo para seguir el ejemplo que nos dio como hijo de Dios.
En esta relación se debe asumir algunos de los deberes y
compromisos importantes que son: confiar, respetar, honrar, prestar
atención, no juzgar, no excluirlo de nuestra vida y planes, pasar tiempo con él
y otros más que a continuación te mencionaremos.
Todos sabemos cuáles son los deberes y obligaciones
que tiene que cumplir un padre con sus hijos, pero ¿Somos
conscientes de los deberes que tenemos que cumplir con nuestro Padre que está
en los cielos?
Nosotros como hijos ¿los
estamos cumpliendo?
ANALICEMOS LOS DEBERES QUE COMO HIJOS
TENEMOS PARA CON NUESTRO PADRE
1- PERMITIR QUE SEA NUESTRO AMIGO.
Desde antes de entrar a pertenecer a Jesucristo nuestro padre está dándonos sus cuidados.
1- PERMITIR QUE SEA NUESTRO AMIGO.
Desde antes de entrar a pertenecer a Jesucristo nuestro padre está dándonos sus cuidados.
No obstante, sabiendo esto nuestra
mente cambia bruscamente colocando a
nuestro padre en un segundo plano y no permitiéndole ni dejándole ejercer este
rol de Padre.
Uno de nuestros deberes como hijos es aceptar y dejar que nuestro padre Celestial se acerque y nos ayude, pues él es nuestro creador y sabe que es lo bueno para nuestro bienestar.
2- CONFIAR EN ÉL.
En muchas ocasiones solemos confiar más
en nuestros amigos o personas de alrededor que en nuestro padre Celestial.
Pero, ¿se han preguntado alguna vez por
qué no acudimos a nuestro padre Celestial? ¿Quién mejor que él para darnos
consejo?
Él siempre va a estar ahí para
apoyarnos y aconsejarnos en todo lo que necesitemos.
Por eso, si tenemos algún problema
estamos en la obligación de buscar su
asesoramiento bien sea en oración para
pedir su consuelo, o por medio de sus enseñanzas para que nos de su consejo y
dirección.
3- PRESTARLE ATENCIÓN.
Como hemos señalado anteriormente, debemos escuchar sus consejos y lo que nos tenga que decir acerca de algún problema que tengamos o simplemente escuchar sobre lo que èl quiere ver en nuestra vida.
4- OBEDECERLE.
Como hijos tenemos que obedecer y
considerar lo que nuestro padre nos dice.
Sujetos a él en amor como niños
pequeños pues Dios siempre quiere lo mejor
para nosotros, aunque en ocasiones
pensemos que no es así.
A veces solemos pensar que sus
mandamientos son porque no quiere que nos divirtamos y vivamos la vida.
Sin embargo, precisamente porque quiere
que disfrutemos de la vida que nos dio es que nos ha dado sus mandamientos.
Algunas veces no entendemos esto hasta que sufrimos las consecuencias de
nuestra necedad.
5- NO JUZGARLO.
Conforme vamos creciendo y va pasando el tiempo vamos cambiando la manera en la que miramos a nuestro padre Celestial.
Cuando empezamos lo vemos como nuestros
héroe sin embargo, esto cambia cuando llegamos a cierta etapa, y llegan
pensamientos en la que lo vemos como un ser lleno de reglas.
6- COMPRENDERLE.
Nuestro deber como hijos es comprender a nuestro padre Celestial y mostrarle que no somos ningún tipo de carga, y esforzarnos en trabajar en las cosas que nos pide y no dejarle todo a él, sino esforzarnos en practicar cada día sus enseñanzas hasta que se hagan realidad en nosotros practicándolas todos los días, comprendiendo que él nos pide que vivamos de la manera diseñada por él porque es un bienestar para nosotros.
Nuestro deber como hijos es comprender a nuestro padre Celestial y mostrarle que no somos ningún tipo de carga, y esforzarnos en trabajar en las cosas que nos pide y no dejarle todo a él, sino esforzarnos en practicar cada día sus enseñanzas hasta que se hagan realidad en nosotros practicándolas todos los días, comprendiendo que él nos pide que vivamos de la manera diseñada por él porque es un bienestar para nosotros.
7- NO DISCUTIR CON ÉL.
Vivir inconforme con lo que tenemos o con la vida que llevamos, o vivir quejándonos y murmurando es una manera de discutir con nuestro Padre Celestial.
Vivir inconforme con lo que tenemos o con la vida que llevamos, o vivir quejándonos y murmurando es una manera de discutir con nuestro Padre Celestial.
Es normal que discutamos, hasta en las
mejores familias lo hacen, pero dejar de hablarle, y dejar de buscar la
presencia de nuestro padre Celestial, esto puede ser un grave error ya que,
como todo acto de rebeldía, traerá consecuencias graves.
8- TENERLE RESPETO.
Nuestro padre nos respeta en todas nuestras etapas de desarrollo.
Por eso, nuestro deber como hijos es
respetarlo y tratarle como nos trata a nosotros.
Este respeto lo mostramos teniendo en
cuenta su voluntad para el cuidado de nuestra vida, sin acomodar sus enseñanzas
a nuestro favor.
9- ESTUDIAR.
Como todos sabemos nuestro padre Celestial siempre está trabajando en el cuidado de nosotros para que tengamos bienestar en este mundo.
Por eso, tenemos la obligación de estudiar su palabra y todas sus enseñanzas, analisando a profundidad cada palabra suya que nos dejo escrita, para que podamos entender su voluntad para el cuidado de nuestra vida, pues él quiere lo mejor para nosotros y nos está dando la oportunidad de dar lo mejor de nosotros mismos y aunque no lo creamos no todos tienen el privilegio de poder acceder a una educación moral o espiritual, que es la que nos ayuda a vivir en paz y armonía los unos con los otros, principalmente nos facilita el vivir una comunión íntima con nuestro Padre Celestial.
10- QUERERLO.
Nuestro deber como hijos es amarlo con todo nuestro ser, igual que él lo hace con nosotros.
Nuestro deber como hijos es amarlo con todo nuestro ser, igual que él lo hace con nosotros.
Por eso hay que demostrarlo día a día
en todo lo que hacemos y una de las mejores formas es teniendo en cuenta uno a
uno todos los deberes como hijos.
Nuestro Dios y Padre no quiere que
cumplamos solamente nuestros deberes como siervos, sino que los deberes más
importantes son los que tenemos como hijos.
11- NO EXCLUIRLO.
Como hijos vamos adquiriendo más responsabilidades conforme vamos creciendo en todos los niveles de nuestra vida: profesional, social, familiar y en su obra de dar a conocer su reino.
Como hijos vamos adquiriendo más responsabilidades conforme vamos creciendo en todos los niveles de nuestra vida: profesional, social, familiar y en su obra de dar a conocer su reino.
Esto hace que cada vez tengamos menos
tiempo para ir a su presencia en oración y comunión para estar con él escuchando
su palabra, meditando cada día lo que quiere dejarnos ver, en cuanto a su
Divinidad para fortalecernos.
Dejándole en un tercer, cuarto o
incluso quinto plano de nuestra vida algo que sin duda no se merece.
Por eso, nuestra prioridad es incluirlo
siempre en nuestra vida aunque no tengamos tanto tiempo como antes porque
estamos más ocupados, pero lo más importante de la obra de Dios, es darle el
lugar que le corresponde en nuestra vida.
Como ser superior con el que nunca debo
dejar de andar y compartir.
12- CUIDARLE.
Nuestro padre Celestial también se pone triste cuando no cuidamos nuestro testimonio de vida, haciendo de esta manera deshonrar su nombre por los incrédulos.
Debemos cuidar su nombre siendo
diligentes en vivir en su amor y mostrar su amor a la hora de tratar con los
que nos rodean, para que èl sea glorificados y reconocido en su poder y
misericordia.
13- REALIZAR ACTIVIDADES CON ÉL.
Aunque estemos muy ocupados con nuestra vida de adulto, es importante sacar un día en especial para celebrar una reunión en acción de gracias, donde el homenajeado sea nuestro Padre Celestial, celebrando el día en que nos llamó y nos hizo salvos, y nos dio el privilegio de ser sus hijos.
Programando actividades didácticas,
juegos y muchas cosas que nos animen a pasar un día de gozo en su nombre, como
lo hacíamos en cualquier otra celebración, pero ahora buscando siempre no
sacarlo de nuestras reuniones.
Él se lo merece más que ninguno de
nosotros.
Porque el es el que suple todas
nuestras necesidades, y sin su ayuda nada de lo que hacemos seria posible.
14- SER AGRADECIDOS.
Todo lo que tenemos y somos es gracias a él. Nuestro deber como hijos es reconocer, valorar y agradecerle toda su ayuda, porque no la merecemos, no hacemos nada para ganarnos su amor incondicional.
Todo lo que tenemos y somos es gracias a él. Nuestro deber como hijos es reconocer, valorar y agradecerle toda su ayuda, porque no la merecemos, no hacemos nada para ganarnos su amor incondicional.
15- AYUDAR COMO IGLESIA QUE SOMOS.
Nuestro deber como hijos es ayudar en todas las tareas que nos sean posibles como por ejemplo ministrar como sacerdotes y dorcas, en el altar familiar en casa, los cultos en la congregación, evangelizar, ofrendar, visitar a los hermanos que están enfermos o afligidos, o simplemente vivitarnos para fortalecer los lasos de hermandad, etc.
Nuestro deber como hijos es ayudar en todas las tareas que nos sean posibles como por ejemplo ministrar como sacerdotes y dorcas, en el altar familiar en casa, los cultos en la congregación, evangelizar, ofrendar, visitar a los hermanos que están enfermos o afligidos, o simplemente vivitarnos para fortalecer los lasos de hermandad, etc.
Entre todos es mucho más sencillo tener
todo en orden si somos conscientes de la situación y ponemos de nuestra parte.
No nos cuesta nada ayudar, y así
tendremos más tiempo para compartir con nuestro Padre junto con nuestros
hermanos en la fe.
Conclusión Como hemos visto durante este análisis son muchos los
deberes que tenemos como hijos hacia nuestro Padre Celestial; ser hijo de Dios
no es solamente venir a gozar de sus bondades,
es corresponder a su amor, y vivir consagrados a él.
La Biblia dice: “…¿No sabéis que Jesucristo está en vosotros…” (2 Corintios 13:5).
Jesucristo
el Hijo de Dios, vive en mí y Él nunca me dejará. Él dice: “…No te desampararé ni te dejaré” (Hebreos 13:5).
*Jesús me conoce.
Jesús
es mi mejor Amigo porque Él me conoce mejor que cualquier otra persona.
Él
es Dios y conoce todas las cosas. Él conoce todo acerca de mí. ¡Él conoce
incluso mis pensamientos!
Yo
soy muy importante para Jesús, Él en verdad se interesa por mí y hasta conoce
cuántos cabellos hay en mi cabeza.
Él
los tiene todos numerados, Él dijo: “Pues
aun vuestros cabellos están todos contados” (Mateo 10:30).
*Jesús me ama.
Un
mejor amigo es alguien que te ama tal y como tú eres, y sin embargo te ayuda a
lograr lo mejor que tú puedas ser. Jesús es mi mejor Amigo, porque nadie más me
ha amado de la forma que Jesús me ama. Él me mostró su gran amor al dar su vida
por mí.
Él
Señor Jesús me ama tal y como soy, pero Él me ama demasiado como para dejarme del modo
que soy. Él está viviendo en mí, y día a día me está cambiando para que sea más
como Él. Jesús conoce todo acerca de mis faltas y mis errores, sin embargo Él
me ama igual, Él siempre me amará, por eso me ayuda a cambiar.
*Jesús siempre estará de mi lado.
Él
desea siempre lo mejor para mí. A cada momento, allá en el trono del cielo,
Él
está pensando en mí y quiere ser mi mejor Amigo. Él quiere que yo me
acerque
a Él por cualquier cosa que me preocupe.
*Jesús está siempre conmigo.
Un
mejor amigo es alguien a quien tú buscas cuando necesitas ayuda.
Y como Jesús vive en mí, Él siempre está allí
para ayudarme.
Yo puedo volver hacia Él con todos mis
sufrimientos y mis fracasos.
Puedo
ir a Él en oración y contarle acerca de mis necesidades y problemas, Jesús
quiere que yo lo busque en oración.
¿Cómo suple Dios mis necesidades
Dios
suple mis necesidades al darme a Cristo para que viva en mí.
La
Biblia dice: “Mi Dios, pues,
suplirá todo lo que os falte… en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).
Esto
significa que yo puedo dirigirme al Señor Jesús en oración para todas mis
necesidades.
Veamos
como esto funciona.
Cuando
yo veo que
es difícil amar a alguien, puedo ir a Jesús, Él ama a todas las personas y
puedo decirle a Él:
“Señor Jesús, estoy teniendo dificultad
para amar a aquella persona, se que tú le amas y te pido que tú le ames a
través de mí”.
Cuando
necesito saber lo que debo hacer, puedo volver hacia Jesús quien vive en mí y como
Él es Dios sabe exactamente lo que debo hacer.
Jesús
quiere que le hable acerca de mis problemas y le pregunte lo que debo hacer.
Así
que mientras oro y espero en Él, Jesús me guiará y me mostrará lo que debo
hacer.
Cuando
necesito paciencia puedo volver a Jesús y decirle:
“Señor Jesús, se tú mi paciencia”.
Antes
cuando alguien me decía algo ofensivo, yo le respondía con algo ofensivo
también.
Ahora
el Señor Jesús me ayuda a sonreír y decir una palabra amable a esa persona.
Tal
vez yo tengo un mal temperamento y he intentado vencerlo, pero aun yo me enojo
y pierdo el control.
Dios
quiere que yo comprenda que Cristo es mi victoria.
Él
siempre es victorioso y Él vive en mí.
¿Qué
debo hacer?
Tengo
que volver hacia Jesús y decirle: “Señor
Jesús, toma el control de mi situación”.
Me
relajo y dejo que Él viva su vida en mí.
La Biblia dice: “…gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro
Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57).
Una
niña había aprendido como tener victoria sobre la tentación y alguien le
preguntó como lo había hecho.
Ella
respondió:
“Antes
cuando el diablo venía a mi pensamiento para hacer que yo hiciera algo malo, yo
no podía negarme.
“Ahora
cuando el diablo viene a mi mente, yo digo: “Señor Jesús, ayúdame a no hacer lo
que se que está mal.
Y
se van esos pensamientos.
El
secreto de la victoria es depender de Jesús quien vive en mí, en vez de tratar de hacer
todas las cosas por mí mismo.
El
apóstol Pablo dijo: ”Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
El
Señor Jesús no es una “fuerza”; ¡Él es un ser real que es Espíritu! Él quiere que yo le ame y
disfrute de Él, del modo que los mejores
amigos se aman y disfrutan el uno del otro.
La
forma de disfrutar de una persona es amándola y pasar tiempo con ella.
Tú
puedes pasar tiempo con Jesús al leer y meditar en sus enseñanzas y hablar
con Él, a través de la oración. Entre
más dedique tiempo a leer y meditar sus enseñanzas, más amaras a Jesús, más
disfrutarás de Él.
¡Cuando tú estás enamorado de Jesús, serás un
hijo de Dios feliz y obediente!
Si
en verdad amo al Señor Jesús, desearé complacerle, y como Jesús está siempre
conmigo, debo hacerme algunas preguntas:
¿Se complace Jesús cuando
escojo amigos que no le aman?
No,
Él no se complace.
¿Le
complace a Él cuando yo la paso con aquellos que dicen malas palabras y hacen
cosas malas?
No,
Él no se complace.
¿Se complace Jesús cuando yo
veo películas y programas de televisión con malos mensajes?
No,
Él no se complace.
¿Le complace a Jesús cuando
escucho música que tiene palabras vulgares?
No,
a Él no le complace.
-Dondequiera
que yo vaya, Jesús va conmigo.
-Cualquier
cosa que yo veo, Jesús la ve conmigo.
-Cualquier
cosa que yo escucho, Jesús la escucha conmigo.
Si
en verdad yo amo a Jesús, escogeré amigos que le amen, y no veré ni escucharé
cosas que lo ofendan.
Entre
más amo a Jesús, más lo disfrutaré. Si en verdad yo le amo, gastaré tiempo con Él cada
día, leyendo su Palabra y orando a Él.
Y
si en verdad le amo, no haré cosas que lo ofendan a Él.
Un Devocional
El
secreto de una vida cristiana fuerte es un tiempo devocional diario. Es
un tiempo que tú pasas a solas con Dios estudiando Su Palabra y orando. Aquí
hay unas sugerencias que te ayudarán a formar la costumbre de un tiempo
devocional diario.
Escoge un tiempo y un lugar
De
ser posible, el mejor tiempo para estar con Dios es temprano por la mañana. Es
mucho mejor tener un tiempo a solas con Dios en las mañanas para afinar
nuestros corazones antes de iniciar las actividades del día que estar con Él en
la noche para confesarle muchos pecados.
Cuando
los músicos dan un concierto, siempre afinan sus instrumentos antes del
concierto, ¡no después!
Escoge
un lugar donde puedas estar a solas. Después de escoger un tiempo y un lugar,
entonces cumple fielmente.
La Biblia
Utiliza
una Biblia que tenga letra fácil de leer. Debes tener un plan para la lectura.
Lee primero el Evangelio de Juan. Después de terminar Juan, empieza con el
Evangelio de Mateo y lee todo el Nuevo Testamento en orden.
Al
abrir tu Biblia para leerla, primero cierra tus ojos y habla con Dios. Confiesa
tus pecados; pídele que hable a tu corazón a través de Su Palabra al ir
leyendo. Recuerda que estás en Su presencia.
Después
de leer y esperar que Dios pueda hablar a tú corazón a través de Su Palabra, toma
tiempo para orar. Dale gracias por Su Palabra; dale gracias por Sus bendiciones
— nómbralas una por una; dale gracias por la sangre de Jesús que nos limpia de
todo pecado; dále gracias por contestar tus oraciones; y más que nada dále
gracias por el Señor Jesús tu Salvador.
¿Deseas
pedirle algo? Dile a Dios de los deseos de tu corazón. Él contesta nuestras
oraciones de acuerdo a Su voluntad perfecta.
No
se te olvide orar por tu familia y amigos. Es bueno hacer una lista de las
personas por las que deseas orar.
¿De
verdad quieres conocer a Dios? Entonces debes pasar tiempo a solas con Él.
"Con Cristo estoy juntamente
crucificado". Esta
es la manera en que Dios se encarga de mi vida vieja. Dios me puso en Cristo en
la cruz. Cuando morí con Cristo; allí terminó mi vida vieja.
Debes
quitar el "YO".
"Ya no vivo yo". Cristo desea vivir Su vida en mí,
pero algo se interpone. ¿Qué es? ¡Es el "YO"! ¡Mi mayor problema es
el "YO"! ¿Cuál es la solución a este problema? La solución al
problema del "YO" es quitarme a mí mismo para que Cristo pueda vivir
Su vida en mí.
Dios
dice que el "YO" debe
estar en la cruz y que Cristo debe estar en el trono de mi corazón. Yo debo
estar de acuerdo con Dios. Yo debo decir: "YO, ¡tú no puedes reinar en mi vida! ¡Cristo es mi Señor y mi
Rey! ¡El reinará en
mi vida!"
Una
pequeña niña llamada
Carola había recibido a Cristo como su Salvador cuando era muy pequeña. Cuando
tenía diez años, deseaba ser una buena cristiana. Su padre pasó mucho tiempo
con ella, enseñándole de la Biblia. Le enseñó que la única manera de tener
victoria sobre el pecado y el "YO" es aceptar nuestra muerte con
Cristo y permitir que Cristo viva Su vida en nosotros.
Entonces
Carola tomó su decisión. Fue
una decisión que cambió su vida para siempre. Escribió en su Biblia:
"Verdaderamente
morí con Jesús, y puse la vieja Carola en la cruz con Él el día 4 de Octubre.
He decidido vivir para Él a través de Su vida toda mi vida. No yo, sino
Cristo".
"Mas vive Cristo en mí". Esto es verdad para cada
creyente. ¿Qué sucedió cuando llegué a ser cristiano? Le recibí a Él (Juan
1:12). En realidad Él vino a vivir en mí. ¡Él vive en mí ahora mismo! Nada
podría ser más maravilloso.
Cristo
resucitó de
la tumba y yo resucité con Él. Soy una nueva persona en Cristo.
Confía
en la fidelidad de Cristo.
Lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe [en la fidelidad] del Hijo de Dios, el cual
me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2:20).
Todo
lo que necesito está en Cristo. Dios me dice que no me
preocupe por nada. Incluso, Él me manda a no afanarme por nada. Yo mismo me
preocupo por las cosas y no puedo obedecer este mandamiento. Pero Cristo vive
en mí. Él hace por mí lo que no puedo hacer por mí mismo. Simplemente confío
que Él lo hará. Y verdaderamente lo hace. ¡Él es fiel!
He
encontrado el secreto de
la vida. ¿Cuál es? Es confiar en
Cristo que vive
en mí. "Ya no vivo yo, más
Cristo vive en mí". Confío en Cristo para todo lo que necesito.
Quizás lucho
con un mal genio. Y he intentado por años vencer. Pero ahora lo entrego a
Cristo, quien es fiel y quien vive en mí. Él se encarga de eso, y se acaba el
problema.
Una
pequeña niña aprendió
a tener victoria sobre la tentación. Alguien le preguntó: "¿Cómo logras la victoria cuando eres
tentada?" Ella dijo: "Antes, cuando el diablo tocaba a mi puerta para tentarme, le
decía: '¡No entres, no entres!' pero de todos modos entraba.
"Ahora cuando el diablo viene a tocar a mi
puerta, digo: '¿Señor Jesús, por favor puedes ir a la puerta?' Cuando el diablo
ve al Señor Jesús, se agacha y dice: 'Lo lamento. Creo que me equivoqué de
puerta'. Y se da la vuelta y se va".
¿Qué
pasa si fallo? ¿Qué
debo hacer? Debo confesar mi pecado y ponerlo bajo la preciosa sangre de
Cristo. En ese mismo momento puedo decir: "Señor Jesús, Tú eres mi vida y mi victoria. Tú vivirás Tu vida
victoriosa a través de
mí".
Mi vida vieja terminó con la muerte de Cristo.
Yo soy una nueva persona en Cristo.
Ahora Cristo es mi vida y mi victoria.
Yo soy una nueva persona en Cristo.
Ahora Cristo es mi vida y mi victoria.
"Señor
Jesús, he visto en la Palabra de Dios que mi vida vieja terminó
cuando morí contigo. No deseo que el 'YO' siga reinando en mi vida.
Ahora pongo mi vida vieja en la cruz contigo.
Ahora decido vivir por medio de Tu vida, en lugar de mi 'YO'.
Desde ahora en adelante ya no seré yo, sino Cristo viviendo en mí".
cuando morí contigo. No deseo que el 'YO' siga reinando en mi vida.
Ahora pongo mi vida vieja en la cruz contigo.
Ahora decido vivir por medio de Tu vida, en lugar de mi 'YO'.
Desde ahora en adelante ya no seré yo, sino Cristo viviendo en mí".
“Padre, te agradezco por darme a Jesús
para que viva en mí.
Por favor ayúdame a aprender a depender de ti, en vez de tratar de hacer todo por mí mismo.
Ayúdame a amar a Jesús con todo mi corazón y hacer las cosas que le agradan, en el Nombre de Jesús, amén”.
Por favor ayúdame a aprender a depender de ti, en vez de tratar de hacer todo por mí mismo.
Ayúdame a amar a Jesús con todo mi corazón y hacer las cosas que le agradan, en el Nombre de Jesús, amén”.
TE VOY A HACER UNA PREGUNTA
–
Piensa en una
relación importante en tu vida – (puede ser un amigo, un familiar, etc.)
¿Explícame
en pocas palabras Cómo surgió la confianza entre ustedes dos?
¿Compartiendo
tiempo cierto?
Pues de esta
misma manera que se construye una relación de amistad, de pareja y de familia,
así mismo debemos hacerlo con nuestro Dios y nuestros hermanos en la fe.
Moisés llevaba
una relación con Dios directa y personal, participar de los cultos ofrecidos a
Dios no quiere decir que tengas una relación directa y personal con Dios, ni
tampoco quiere decir que vivas en comunión con él.
Veamos como
moisés llevaba su relación con Dios.
Analicemos
ahora los versos
25-26, de Mateo 56. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto
que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y
el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.
-
De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.
Ponerse de
acuerdo es Arrepentirse, rectificar el mal, esto es presentar ofrenda a Dios.
A.
El propósito principal de ofrecer sacrificios y
ofrendas a Dios es para
reconciliarnos
con él, porque vivir en discordia y
distanciados los unos de los
otros es una
afrenta a Dios.
B.
Sería absurdo, pues, presentar ofrenda a Dios antes de
arrepentirnos
y corregir el mal que nos apartó de Dios.
I.
El mensaje de los profetas.
A. Dijeron repetidas veces que los
sacrificios y ofrendas no eran aceptables sin la santificación.
1. Amós
5:21,22, "no los recibiré".
2. Miqueas
6:6-8, ofrendas sin justicia no eran aceptables.
3. Salmos.
40:6-8, no quería sacrificio, sino que hicieran su voluntad.
4. Salmos.
51:17, Dios quiere corazón contrito.
B. La enseñanza de Mateo.
5:23-24 es semejante a lo que decían los profetas.
C. Juan el bautista dijo,
"Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento" (Mateo. 3:8).
II. "Y
allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti".
A. Jesús pinta la imagen del oferente
que trae su ofrenda al altar para esperar la llegada del sacerdote, pero al
meditar se acuerda que no ha buscado la reconciliación con su hermano.
1. Dios no acepta la
adoración de la persona que tiene malicia, celos, amargura, etc. en el corazón.
2. Por lo tanto, primero debe reconciliarse
con su hermano y luego ofrecer su ofrenda a Dios.
3. Debemos reconocer las
faltas, pedir disculpas al hermano ofendido, y entonces ofrecer culto a Dios.
C. Por lo tanto, Jesús dice,
"Deja allí tu ofrenda delante del altar". Antes de ofrecer su culto
a Dios, hay otro asunto que requiere atención. ¿No es el culto a Dios lo
primero y lo principal? Sí, pero algo tiene que precederlo, es decir, la reconciliación
con el hermano.
B. 1 Juan
4:20, "Si alguno dice, Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es
mentiroso.
Pues el que
no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha
visto?"
C. 1
Pedro. 3:7, los maridos deben amar a sus esposas, "para que
vuestras oraciones no tengan estorbo". Las relaciones familiares afectan
nuestro culto a Dios. La verdad es que toda relación humana lo afecta.
D. "Anda tú". Jesús no dice, "Espera
hasta que tu hermano venga a ti", sino "anda", de una vez, aun
antes de ofrecer culto a Dios.
1. El que ofende a otro,
debe buscarlo cuanto antes. El culpable debe tomar la iniciativa. Debe
encontrar al hermano ofendido para pedirle perdón.
2. Mateo.
18:15, "si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y
él solos". Es decir, también el ofendido debe buscar al ofensor. Anda tú.
Ve tú.
Dice Cristo
que el ofensor debe buscar al ofendido, y el ofendido debe buscar
al ofensor.
Cristo no dice, "Quéjate y murmura del hermano con todo el mundo",
sino "anda", "vé" a él en persona, y de manera responsable
y madura resuelve el problema. Si los dos hacen la voluntad de Cristo, se encontrarán
en el camino buscando el uno al otro. ¡Qué cambio habría en las iglesias de
Cristo si los miembros creyeran y practicaran esta enseñanza!
3. La triste verdad es que
muchos miembros de la iglesia prefieren hablar de los errores de los demás y de
las otras denominaciones en lugar de oír esta enseñanza.
E. El pecado que nos separa del hermano
también nos separa de Dios
(Isaías.
59:1,2). Muchos de los pecados referidos por Isaías eran
injusticias contra sus hermanos.
Los profetas
hablan mucho de pecados tales como oprimir y defraudar al hermano, venderlo por
un par de zapatos, etc. (Oseas 12:6-8; Amós
5:10-12).
F. ¿Cuántos hermanos ofrecen culto a
Dios semana tras semana sin recordar esto?
¿Cuántos
hermanos ofrecen culto a Dios y ni siquiera quieren saludarse unos a otros,
mucho menos reconciliarse unos con otros?
G. ¿Creemos, quizá, que Dios hará
acepción de personas porque nosotros somos "la iglesia verdadera"? La
triste verdad es que hay muchos sectarios que practican esta enseñanza más que
algunos hermanos.
Analicemos ahora los versos 25-26,
Ponte de acuerdo con tu adversario pronto,
entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue
al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.
- De cierto te digo que no saldrás de
allí, hasta que pagues el último cuadrante.
"Ponte
de acuerdo con tu adversario pronto".
A. Este caso se puede agregar que
debe hacer algún arreglo con él, cuanto antes, para evitar más problemas.
B. Tales problemas siempre crecen si
no se busca muy pronto una solución. ¡Crucifíquese el orgullo egoísta!
C. Es más fácil solucionar el
problema si se hace pronto. De otro modo, el problema crece.
¿Por qué
esperar?
Recuérdese
que hasta que se arregle el problema con el hermano, no es posible adorar a
Dios.
Sino
buscamos ponernos en paz y atender las quejas que tengan contra nosotros entonces
seremos entregados al Juez.
¿QUÉ QUIERE DECIR
ESTO?
Pues que
Dios nos juzgara conforme las palabras que nos dio Jesucristo y si no queremos
obedecer a sus instrucciones de cómo debemos actuar a semejante situación, si
no queremos acabar con nuestro orgullo y altives que nos impide obedecer a
Dios, si no queremos prestar atención a las quejas que tengan contra nosotros y
nos aferramos a defendernos, y creernos seguros de lo que somos y hacemos en
lugar de prestar atención y pedir a Dios que nos ayude a entender porque dicen
lo que dicen de nosotros, o porque ven una imagen de nosotros que nosotros no
vemos y no creemos, Si no estamos dispuestos a llegar a un acuerdo entonces
seremos entregados vivir encerrados por
estos espíritus de resentimiento o indiferencia, insensibilidad, y dureza de
corazón, y de ese estado no saldremos hasta que obedezcamos el ponernos en paz
con Dios y con los demás.
Nosotros
mismos nos encerraremos en nuestra amargura, y nos aislaremos de
las personas
que nos rodean porque no queremos ser corregidos.
Pero la
verdad es una, y es que Dios no habita en un corazón que no está en comunión
con los que lo rodean, si tú eres hijo de Dios también debes ser templo del
Espíritu Santo, de lo contrario serás un hijo bastardo, es decir un hijo
carnal, un hijo alejado del amor de Dios.
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